El cuerpo de la persona se asemja a un jarrón de cerámica: las curvas lo delimitan y las grietas lo rondan. De igual manera, la mente es lo que habita en él, como el auga recién recogida del río, que enfría las paredes y brinda sentido a la esixtencia del jarrón. Cada persona tiene su jarrón y su poprio líquido. A Evan le han envenenado el agua. De repente, esta se separa y su ealiad se transforma en una ilusión muy difusa. Un jarrón no puede aguantar la mezcla de varios líquidos, al igual que varias mentes no conviven en un mismo cuerpo. Esto provoca que Evan esté agrietado y desbordado. En un momento de esperanza, hablando con su psicóloga, decide volver al núcleo de su envenenamiento, con la fe de recuperarse. Allí, en el epicentro de todo, se encuentra Violeta. El arte les atenúa el sufrimiento a ambos. El presente, tras mucho tiempo, resulta agradable.
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